Querido diario,

Hoy es San Jordi en Catalunya, día de los enamorados. Pero no es una jornada normal: las calles están vacías, las librerías cerradas y no se ha regalado ni una rosa ni un libro a nadie. Las ciudades, lejos de aquellas calles plagadas de puestos de venta de rosas y libros, parecen dormidas en un profundo sueño. Se echa de menos aquellas calles con un murmuro constante de palabras y pasos que inundaban de vida las ahora durmientes calles y avenidas. También se echa en falta los nervios y la emoción de estar comprando un ejemplar que pudiera gustarle a su pareja y cumpliera sus expectativas. Todo ello genera un jolgorio de una gran ternura, que se transforma en un cálido recuerdo al paso del tiempo.

Pero el silencio y la calma se ha impuesto, por ahora, ante la celeridad de nuestra sociedad, el bullicio y las prisas con las que muchos deben, o más bien por ahora debían, lidiar diariamente. La sociedad se ha tenido que tomar un descanso, para poder así lidiar con un virus que está siendo la mayor amenaza en décadas, algunos afirman que incluso en siglos. Este silencio del hombre se ha sustituido por el murmuro de la Madre Naturaleza, quién ahora reclama lo que por Derecho le pertenece. Mediante especímenes que se creían total o parcialmente extintos y muchas otras que están recolonizando su territorio, la naturaleza está recuperando aquello que le fue arrebatado por el hombre para poder éste edificar su imperio de ladrillo y alquitrán. Es evidente que la Madre Naturaleza agradece este parón que hemos hecho, pues le permitimos tomar un descanso, aunque sea exiguo, de los altísimos niveles de contaminación, y del saqueo sin precedentes al que le hemos sometido en los últimos siglos. Ante esta situación uno se pregunta si, este virus que tanto nos acecha, no sea sino una defensa de la misma Naturaleza para defenderse de unos parásitos inmundos, que rapiñan todo en cuanto encuentran a su alrededor sin percatarse de la necesidad de preservar lo que ya existía antes que ellos. Estos bichejos succionan buscando más, sin preocuparse por el futuro. Si nunca falta algo que haya desaparecido o se haya extinguido, según ellos podría volver a generarse algún día, con sus propias patitas, como si jugasen a ser Dios. Pero solo generaran aquello indispensable para garantizar su supervivencia, no la del resto de la Naturaleza, que solo se garantizará en caso que sea necesario para la supervivencia del mismo parásito.

Volviendo al tema principal que me atañe hoy, la Diada de Sant Jordi. Es bello ver como uno celebra el amor con su media naranja, o por lo menos, con la persona que camina a su lado. Pero este año la imagen no se ha podido ver, por lo menos en la calle. En cambio, los escaparates de una vida perfecta se regocijan entre un espiral de rosas, libros, pasteles o cualquier otro regalo recibido este año o el anterior. Si bien la vida real se ha detenido, por lo menos parcialmente, la vida virtual sigue activa. Y hoy por hoy parece ser el único modo de hacerse sentir a uno vivo. Aunque he criticado altamente las redes sociales en el pasado, reconozco la importante tarea que están realizando hoy en día, que no es otra que permitir la socialización de nuestra sociedad. Ante la imposibilidad de tener encuentros presenciales, los encuentros virtuales han ocupado su lugar, y eso ha permitido satisfacer la necesidad de socialización, una de las necesidades básicas como seres sociales.

Entre otras de estas necesidades está la necesidad de amar y sentirse amado, necesidad básica, que en parte nos brinda el instinto de reproducción para la supervivencia de la especie humana. El amor es un sentimiento humano, por el que sentimos una atracción física y mental hacía una persona, deseando estar a su lado y hacer cosas con ella. Este sentimiento surge y puede desvanecerse, mayoritariamente por la falta de química en alguno de los pilares fundamentales de una relación, simplemente por el hecho de ser incompatible o tener algún elemento con el que se discrepa enormemente con la otra parte. También puede deberse a encontrar a alguien con el que la química sea mucho mayor. Pero hoy es día de reforzar este sentimiento. El amor hace acto de presencia del mismo modo que durante el día de San Valentín en Estados Unidos (y también parte de Europa). Durante un día todas las relaciones son perfectas, el amor brilla por todos lados y nuestra parte más humana se erige como parte fundamental de nuestro ser.

Pero si el amor es un sentimiento tan deseado, y tanto nos gusta (para algunos de nosotros es incluso como una droga), ¿Por qué necesitamos un día para recordar que amamos? No digo que no sea bonito seguir con las tradiciones, y más de este tipo. No quisiera ser malinterpretado, pero el amor es algo que se demuestra a diario, y no debe precisar de un día especial para ello. No necesitamos días que nos digan qué tenemos que hacer, puesto que como seres racionales que somos debemos ser lo suficientemente inteligentes como para saber destinar el tiempo necesario para cada cosa importante para nosotros. Y amar es de las más importantes.

No se ama dando una rosa o un libro a tu compañera o a tu supuesto amado si luego no le das el tiempo que necesita a tu lado. No se ama si no le tienes en cuenta en las decisiones importantes para tu vida. No se ama si no sabes dar cobijo en tiempos tempestuosos. No se ama si no le brindas toda tu confianza. No se ama si no se camina al lado de otro y en la misma dirección, hacia el mismo destino.

Cada día se debe decir “te quiero”, cada día se debe abrazar, cada día se debe escuchar, achuchar y besar. Muchos olvidan estos efímeros instantes que dan la diferencia en una relación. El poco tiempo libre, en parte debido a la gran cantidad de tareas necesarias que debemos hacer muchas veces nos lo impide. Y es que ponemos por delante la satisfacción personal a las necesidades del otro compañero de viaje. Muchos prefieren ir al gimnasio que pasar un buen rato con su amada: salir a comer, a dar un paseo… Son infinitos los planes a hacer en pareja, y si hay química, el plan saldrá bien. No importa lo que hagas sino con quién lo hagas.

Algunos tienen una visión un tanto opaca de lo que les rodea. Nuestra sociedad a veces no nos deja ver con claridad lo más fundamental de nuestra vida, y ansiosos por ver con nitidez decidimos mirar allá donde se ve más claro, aunque lo que veamos no sea tan bello como lo que pueda haber detrás de aquella visión borrosa. Algunos lo ven borroso, y prefieren la nitidez. Será que se han olvidado de ello, o no recuerdan su belleza y le han quitado valor. Todo por no querer hacer un pequeño esfuerzo y ver que lo que tenemos delante es todo en cuanto habíamos soñado y deseado en la vida.

Por eso el amor se demuestra cada día, sin más. Una dosis diaria te recordará por qué tomaste la decisión de coger la mano de esta persona y caminar juntos hacia un mismo destino. Esta dosis te permitirá afrontar con mayor solidez tus más altas metas. ¿Para qué necesito un día de los enamorados, si cada día que pasamos juntos es el mejor día de nuestras vidas?

Feliz día de Sant Jordi.

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